sábado, 24 de enero de 2015

EL EJERCICIO DEL STOP

EL EJERCICIO DEL STOP
Por: Gurdjeff

El ejercicio del "stop" es obligatorio para todos los estudiantes del Instituto.

En este ejercicio, a la orden de "stop", o a una señal previamente convenida, cada estudiante debe detener instantáneamente todo movimiento, dondequiera que esté y sin importar lo que esté haciendo.

No solamente debe parar sus movimientos sino que debe mantener la expresión de su cara, su sonrisa, su mirada, y la tensión de todos los músculos de su cuerpo exactamente en el mismo estado en el que se encontraba cuando se dio la orden de "stop", ya sea en medio de movimientos rítmicos o en la vida ordinaria del Instituto, trabajando o en la mesa.

Debe conservar sus ojos fijos en el punto exacto al que por casualidad miraban en el momento de la orden.

Mientras permanezca en este estado de movimiento detenido, el estudiante debe también detener el flujo de sus pensamientos, no admitiendo ningún nuevo pensamiento cualquiera que sea.

Y debe concentrar el total de su atención en observar la tensión de los músculos en las varias partes de su cuerpo, guiando su atención de una parte del cuerpo a otra, cuidando que la tensión muscular no se altere, que no disminuya ni aumente.

En un hombre que así se detenga y permanezca inmóvil, no hay “posturas”.

Esto es simplemente un movimiento interrumpido en el momento de pasar de “una postura” a otra.

En general, pasamos de una “postura” a otra tan rápidamente que no nos damos cuenta de las actitudes que tomamos al pasar.

El ejercicio del "stop" nos da la posibilidad de ver y sentir nuestro propio cuerpo en “posturas” y actitudes que son completamente desacostumbradas y no naturales para él.

Cada raza, cada nación, cada época, cada país, cada clase y cada profesión tiene su propio número limitado de “posturas”, de las cuales nunca puede apartarse, y que representan el estilo particular de la época, raza o profesión dadas.

Cada hombre, según su individualidad, adopta cierto número de “posturas” del estilo que está a su alcance y por eso cada individuo tiene un repertorio extremadamente limitado de “posturas”.

Se puede ver esto con facilidad, por ejemplo, en el arte mediocre, cuando un artista, mecánicamente acostumbrado a representar el estilo y los movimientos de una raza o una clase, intenta representar otra raza o clase.

Se encuentra a este respecto un rico material en periódicos ilustrados donde a menudo podemos ver a orientales con los movimientos y actitudes de soldados ingleses, o a campesinos con los movimientos y las “posturas” de cantantes de ópera.

El estilo de los movimientos y “posturas” de cada época, cada raza y cada clase está indisolublemente CONECTADO con formas características de pensar y de sentir.

Y están tan estrechamente ligados que un hombre no puede cambiar ni la forma de su pensamiento ni la forma de su sentimiento sin haber CAMBIADO el repertorio de sus “posturas”.

Las formas del pensamiento y del sentimiento se pueden llamar las “posturas” del pensamiento y del sentimiento.

Cada hombre tiene un número determinado de “posturas” intelectuales y emocionales, así como tiene un número determinado de “posturas” motrices; y sus “posturas” motrices, intelectuales y emocionales están todas interconectadas.

De modo que un hombre nunca puede alejarse de su propio repertorio de “posturas” intelectuales y emocionales a menos que sus “posturas” motrices sean cambiadas.

El análisis psicológico y el estudio de las funciones psico-motoras, aplicados en cierta forma, demuestran que cada uno de nuestros movimientos, voluntario o involuntario, es una transición inconsciente de una “postura” automáticamente fijada a otra, igualmente automática.

Es una ilusión que nuestros movimientos son voluntarios; en realidad son automáticos.

Nuestros pensamientos y sentimientos son igualmente automáticos.

Y el automatismo de nuestros pensamientos y sentimientos está conectado definitivamente con el automatismo de nuestros movimientos.

No se puede cambiar uno sin el otro.

Y si, por ejemplo, la atención de un hombre está concentrada en cambiar el automatismo del pensamiento, sus movimientos y posturas habituales obstruirán el nuevo modo de pensar al evocar antiguas asociaciones habituales.

No reconocemos hasta qué punto las funciones intelectuales, emocionales y motrices son mutuamente dependientes, aunque al mismo tiempo podemos darnos cuenta de cuánto dependen nuestros estados de ánimo y estados emocionales de nuestros movimientos y “posturas”.

Si un hombre toma una “postura” que corresponde en él a un sentimiento de pesar o de depresión, entonces, dentro de un corto tiempo, sentirá de hecho pesar o depresión.

El miedo, la indiferencia, la aversión, etc. pueden ser creados por cambios artificiales de “postura”.

Puesto que todas las funciones del hombre —intelectuales, emocionales y motrices— poseen su propio repertorio determinado de “posturas” y están en constante acción recíproca, se deduce que un hombre nunca puede salirse de su propio repertorio.

Pero los métodos de trabajo en el Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre ofrecen una posibilidad para salir de este círculo de automatismo innato, y uno de los medios para esto, especialmente al principio del trabajo sobre uno mismo, es el ejercicio del "stop".

Sólo es posible EL ESTUDIO NO MECÁNICO DE UNO MISMO con la aplicación del ejercicio del "stop".

El movimiento que ha sido comenzado es interrumpido por la orden o señal repentina.

El cuerpo se inmoviliza y se fija en medio del paso de una “postura” a otra, en una actitud en la cual nunca se detiene en la vida ordinaria.

Al percibirse a sí mismo en ese estado, esto es, en el estado de una “postura” desacostumbrada, un hombre se mira desde NUEVOS PUNTOS DE VISTA, se ve y se observa de un modo nuevo.

PENSAR, SENTIR Y CONOCERSE DE UN MODO NUEVO………

En esta “postura”, no acostumbrada para él, puede pensar de un modo nuevo, sentir de un modo nuevo y conocerse de un modo nuevo.

En esta forma se rompe el círculo del antiguo automatismo.

El cuerpo lucha en vano por tomar la postura habitual que le resulta cómoda.

La voluntad del hombre, accionada por la orden del "stop", impide esto.

El ejercicio del "stop" es simultáneamente un ejercicio para la voluntad, la atención, el pensamiento, el sentimiento y los movimientos.

Es necesario comprender que para activar la voluntad con suficiente fuerza para mantener a un hombre en la postura desacostumbrada, es indispensable la orden externa del "stop".

Un hombre no se puede dar la orden del "stop" a sí mismo, porque su voluntad no se sometería a esta orden.

La razón de esto estriba en el hecho de que la combinación de posturas habituales, intelectuales, emocionales y motrices es más fuerte que la voluntad.

La orden del "stop", al venir del exterior, reemplaza por sí misma las “posturas” intelectuales y emocionales y, en este caso, la postura motriz se somete a la voluntad.

GURDJIEFF.


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