domingo, 8 de febrero de 2015

EL RECUERDO DE SI Y LA MEMORIA

EL RECUERDO DE SI Y LA MEMORIA

En el lenguaje ordinario la palabra consciencia se utiliza muy a menudo como equivalente de la palabra inteligencia (en el sentido de actividad mental) o como alternativa de esta.

En realidad, la consciencia es una forma particular de “darse cuenta”, en el hombre, darse cuenta de sí mismo, darse cuenta de quién es él, de lo que siente o piensa o de dónde se encuentra por el momento.

Por lo que respecta a nuestra memoria ordinaria, o momentos de memoria, realmente recordamos sólo momentos de consciencia, aunque no veamos que esto es así.

Más tarde explicaré lo que significa la memoria en sentido técnico.

Ahora simplemente quiero que dirijan la atención a sus propias observaciones de su memoria.

Notaran que recuerdan las cosas de un modo diferente: algunas cosas las recordarán bastante vívidamente, algunas muy vagamente y otras no las recordarán en absoluto.

Solamente saben que sucedieron.

Esto significa, por ejemplo, que si saben que hace algún tiempo fueron a un lugar concreto para hablar con alguien, pueden recordar dos o tres cosas conectadas con su conversación con esta persona; pero puede que no recuerden en absoluto cómo llegaron allí o cómo regresaron.

Pero si les preguntan si se acuerdan de cómo llegaron allí y cómo regresaron dirán que lo recuerdan con claridad, cuando, en realidad, simplemente conocen el hecho y saben dónde fueron; pero no lo recuerdan, con la posible excepción de dos o tres chispazos.

Se quedarían asombrados si descubrieran lo poco que en realidad recuerdan.

Y esto sucede así porque solamente se memorizan los momentos en los que eran conscientes.

Comprenderán mejor lo que quiero decir si retroceden mentalmente todo lo que puedan a su temprana infancia, o en todo caso a algo que pasó hace mucho tiempo.

Entonces se darán cuenta de lo poco que realmente recuerdan y cuanto de ello afecta a lo que simplemente saben u oyen que ha sucedido.

Por lo que respecta al tercer estado de consciencia, podemos decir que el hombre tiene momentos ocasiónales de auto-consciencia, pero no manda sobre ellos.

Ellos van y vienen solos, siendo controlados por las circunstancias externas y por asociaciones o emociones ocasiónales.

Se plantea la cuestión: ¿es posible adquirir dominio sobre estos fugaces momentos de consciencia para evocarlos más a menudo y para mantenerlos durante más tiempo, o incluso para hacerlos permanentes?

En realidad, la adquisición de la auto consciencia significa trabajo largo y duro.

¿Cómo puede un hombre estar de acuerdo con este trabajo si piensa que ya posee la misma cosa que se le promete como el resultado de largo y duro trabajo?

Naturalmente, un hombre no comenzará esta tarea y no la considerara necesaria hasta que se convenza de que ni posee auto consciencia ni nada que se le parezca conectado con ella; es decir, unidad o individualidad, “yo” permanente y voluntad.

Con el objeto de entender los siguientes párrafos debe tenerse en cuenta que el punto de vista general de que el hombre tiene sólo una mente (la mente intelectual) es erróneo.

En realidad, el sistema nervioso se divide de acuerdo con las funciones del cuerpo, y cada división tiene su propia mente.

Debemos encontrar la razón por la cual no podemos desarrollarnos más rápidamente sin un largo periodo de trabajo escolar.

Sabemos que cuando aprendemos algo acumulamos material nuevo en nuestra memoria.

Pero, ¿qué es la memoria?

Y ¿qué es material nuevo?

Para entender esto debemos aprender a considerar cada centro como una máquina separada e independiente, consistente en materia sensible que, debido a su función, es similar a la materia de la que están hechos los registros de grabación.

Todo lo que nos sucede, todo lo que vemos, todo lo que oímos, todo lo que sentimos, todo lo que aprendemos, está registrado en estas grabaciones.

Esto significa que todos los acontecimientos externos e internos dejan ciertas impresiones en los discos.

“Impresiones” es una palabra bastante buena porque realmente son impresiones o imprimaciones lo que queda.

Una impresión puede ser profunda, o puede ser ligera, o puede ser simplemente una impresión efímera que desaparece rápidamente sin dejar rastro detrás de sí.

Pero ya sea una impresión profunda o ligera sigue siendo una impresión.

Y estas impresiones grabadas son todo lo que tenemos, todas nuestras posesiones.

Todo lo que sabemos, todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos experimentado, todo está allí en nuestras grabaciones.

Exactamente del mismo modo nuestros procesos mentales, cálculos y especulaciones consisten únicamente en comparar nuestras grabaciones unas con otras, oírlas una y otra vez, intentando comprenderlas a base de juntarlas, y así sucesivamente.

No podemos pensar en nada nuevo, nada que no esté en nuestras grabaciones.

No podemos decir ni hacer nada que no se corresponda con algo que no esté en las grabaciones.

No podemos inventar un pensamiento nuevo, igual que no podemos inventar un nuevo animal, porque todas nuestras ideas de animales son creadas a partir de nuestra observación de los animales existentes.

Las impresiones de nuestras grabaciones están conectadas mediante asociaciones.

Las asociaciones conectan impresiones recibidas simultáneamente o semejantes entre sí de alguna manera.

Desde el momento en que la memoria depende de la consciencia, y ya que realmente sólo recordamos los momentos en los que tuvimos chispazos de consciencia, queda bastante claro que las impresiones simultaneas diferentes conectadas entre sí permanecerán durante más tiempo en la memoria que las impresiones inconexas.

En el chispazo de auto consciencia, o incluso cerca de este, todas las impresiones del momento se conectan y permanecen así en la memoria.

Lo mismo se puede decir de las impresiones conectadas por su similitud interna.

Si estamos más conscientes en el momento de recibir una impresión, conectamos esta impresión más claramente con impresiones anteriores similares, y así permanecen conectadas en la memoria.

Por otra parte, si recibimos impresiones en un estado de sueño, simplemente no nos damos cuenta de ellas y su rastro desaparece antes de que puedan ser apreciadas o asociadas.

En una de sus reuniones se le preguntó a Ouspensky si todas las impresiones de nuestras grabaciones se forman en esta vida o si nacemos con algunas.

El contesto:

Las impresiones del centro instintivo nacen con nosotros; están ya allí, y también hay unas pocas cosas en el centro emocional.

El resto se produce en esta vida; en los centros del movimiento e intelectual todo ha de ser aprendido.

Para comprender más claramente lo que voy a decir deben intentar recordar que nosotros no tenemos control sobre nuestra consciencia.

Cuando digo que podemos volvernos más conscientes, o que un hombre puede ser llamado a la consciencia por un momento simplemente con preguntarle si es consciente o no, he usado las palabras “consciente” y “consciencia” en sentido relativo.

Hay muchos grados de consciencia, y cada nivel más alto significa más consciente en relación con un nivel más bajo.

Pero aunque no tengamos control sobre la consciencia misma, tenemos un cierto control sobre nuestro pensamiento acerca de la consciencia, y podemos construir nuestro pensamiento de forma tal que produzcamos consciencia.

Lo que quiero decir es que si damos a nuestros pensamientos la dirección que podrían tener en un momento de consciencia, podemos de esta forma inducir a la consciencia.

Ahora intente expresar lo que percibe cuando pretende observarse a sí mismo.

Debe notar tres cosas.

Primero, que no se recuerda a sí mismo, es decir, no es consciente de sí mismo al tiempo que intenta observarse.

Segundo, esa observación se hace difícil por la incesante corriente de pensamientos, imágenes, ecos de conversaciones, fragmentos de emociones que flotan por su mente y que muy a menudo distraen su atención de la observación.

Y en tercer lugar, que tan pronto como comienza la auto observación algo en usted comienza a imaginar, y la auto observación (si es que realmente se había puesto a intentarlo) se convierte en una lucha constante con la imaginación.

Y este es el punto clave en el trabajo sobre uno mismo.

Si se da cuenta de que todas las dificultades en el trabajo dependen del hecho de que no puede recordarse a sí mismo, ya sabe lo que debe hacer.

Debe intentar recordarse a sí mismo.

Con el objeto de lograrlo, debe luchar con los pensamientos mecánicos y debe luchar contra la imaginación.

Si se hace esto concienzudamente y con persistencia se verán los resultados en un tiempo comparativamente corto.

Pero no debe pensarse que es fácil o que se puede dominar esta práctica inmediatamente.

El recordarse a uno mismo, como es denominado, es difícil de aprender a practicar.

No se debe estar a la expectativa de los resultados, porque de otro modo uno se encontrará perdido pensando en sus propios esfuerzos.

Debe estar basado en la consciencia del hecho de que no nos recordamos a nosotros mismos y de que, al mismo tiempo podemos recordarnos a nosotros mismos si ponemos el suficiente empeño en la dirección correcta.

No podemos volvernos conscientes a voluntad, en el momento en que lo deseemos, porque no tenemos mandato sobre los estados de consciencia.

Pero podemos recordarnos a nosotros mismos durante un corto tiempo a voluntad, porque tenemos un cierto mandato sobre nuestros pensamientos.

Y si comenzamos a recordarnos a nosotros mismos por la construcción especial de nuestros pensamientos, es decir, por la consciencia de que no nos recordamos a nosotros mismos, de que nadie se recuerda a sí mismo, y tomando consciencia de lo que esto significa, esta realización nos llevara a la consciencia.

Debe comprender que hemos encontrado el punto débil en el muro de nuestra mecanicidad, éste es el conocimiento de que no nos recordamos a nosotros mismos y la realización de que podemos intentar recordarnos a nosotros mismos.

Con el entendimiento de la necesidad de un cambio real en nosotros mismos, la posibilidad de trabajar comienza.

Más tarde aprenderán que la práctica de recordase a uno mismo, conectada con la auto observación y con la lucha contra la imaginación, no tiene sólo un significado psicológico, sino que también cambia la parte más sutil de nuestro metabolismo y produce en nuestro cuerpo efectos químicos, quizá mejor sería decir alquímicos, definidos.

Así que de la psicología llegamos a la alquimia; a la idea de la transformación de elementos toscos en otros más finos.

Dijo Ouspensky:

. .. todo lo que mis intentos en auto recuerdo me han mostrado me convenció muy pronto de que me estaba enfrentando con un problema enteramente desconocido con el cual no se habían encontrado, hasta entonces, ni la ciencia ni la filosofía

Observé que el problema consistía en dirigir la atención hacia uno mismo sin debilitar u obliterar la atención dirigida hacia algo más.

Por otra parte, este “algo más” podría estar tanto dentro como fuera de mí.

Los primerísimos intentos... me mostraron que esto era posible.

Al mismo tiempo, vi claramente dos cosas.

En primer lugar, que el auto recuerdo resultante por este método no tenía nada en común con el “sentimiento de uno mismo”, o “auto análisis”.

Se trataba de un estado muy interesante, con un aroma extrañamente familiar.

En segundo lugar, me di cuenta de que en la vida también tienen lugar momentos de auto recuerdo, aunque más raramente.

Solo la deliberada producción de estos momentos creaba la sensación de novedad.

En realidad me eran familiares desde la más temprana infancia.

O bien llegaban en entornos nuevos e inesperados, en un sitio nuevo, entre nueva gente en un viaje, cuando de repente uno mira a su alrededor y dice: ¡qué extraño! yo y en este lugar; o bien en momentos especialmente emocionales, en momentos de peligro, en momentos en los que es necesario mantener la cabeza, cuando uno oye su propia voz y se ve y se observa a sí mismo desde el exterior.

Vi claramente que mis primeros recuerdos, que en mi caso eran muy tempranos, habían sido momentos de auto recuerdo.

Esta última realización me reveló muchas más cosas.

Por ejemplo, vi que en realidad únicamente recuerdo aquellos momentos del pasado en los cuales me recordaba a mí mismo.

De los otros solamente sabía que habían tenido lugar.

No soy capaz de revivirlos completamente, de experimentarlos de nuevo.

Pero los momentos en los que me había recordado a mí mismo estaban vivos y no eran de ninguna manera diferentes del presente.

Aun tenía miedo de llegar a las conclusiones.

Pero ya veía que me hallaba ante el umbral de un gran descubrimiento.

Siempre me había dejado atónito la debilidad e insuficiencia de nuestra memoria.

Tantas cosas que desaparecen.

Por una u otra razón para mí consistía en el mayor absurdo de la vida.

¿Por qué tanta experiencia sólo para olvidarla más tarde?

Además, había en este hecho algo degradante.

Un hombre siente algo que le parece muy importante, piensa que nunca lo olvidará; pasan uno o dos años y nada de aquello permanece.

Ahora se hace claro para mí por qué esto era así y por qué no podía ser de otra manera.

Si realmente nuestra memoria solamente mantiene vivos momentos de auto recuerdo, está claro por qué nuestra memoria es tan pobre...

A veces, el auto recuerdo no tenía éxito; otras veces iba acompañado por curiosas observaciones.

Cierta vez iba caminando por la Liteiny hacia la Nevsky, y a pesar de todos mis esfuerzos era incapaz de mantener mi atención en el auto recuerdo.

El ruido, el movimiento, cualquier cosa me distraía.

A cada minuto perdía el hilo de la atención, lo recuperaba, para más tarde perderlo de nuevo.

Al fin sentí una especie de ridícula irritación conmigo mismo y gire hacia la calle de la izquierda con la firme decisión de mantener mi atención en el hecho de que debería recordarme a mí mismo al menos durante algún tiempo, a cualquier precio hasta alcanzar la calle siguiente.

Llegue a la Nadejdinskaya sin perder el hilo de la atención, excepto, quizá, por unos pocos momentos.

Después volví de nuevo a la Nevsky, comprobando que en las calles tranquilas me resultaba más fácil no perder la línea de los pensamientos y deseando, por tanto, probarme a mí mismo en calles más ruidosas.

Llegue a la Nesky y recordándome aun a mí mismo, y ya estaba comenzando a experimentar el estado extrañamente emocional de paz interior y de confianza que sobreviene después de grandes esfuerzos de esta clase.

Justo en la esquina de la calle Nevsky estaba la tienda de tabaco en la que me hacían mis cigarrillos.

Aun recordándome a mí mismo pensé que podría llegar hasta allí y encargar algunos cigarrillos.

Dos horas después me desperté en la Tavrichescaya, esto es, muy lejos.

Estaba yendo en izvostchik a donde los impresores de una tipografía.

La sensación de despertar fue extraordinariamente vivida.

Podría casi decir que volví.

Recordé todo de una vez.

Cómo había caminado por la Nadejdinskaya, cómo me había recordado a mí mismo, cómo había pensado en los cigarrillos y cómo con este pensamiento me parecía que de repente todo caía y desaparecía como en un profundo sueño.

Al mismo tiempo, mientras que estaba inmerso en este sueño, había seguido realizando acciones consistentes y oportunas.

Había salido del estanco, ido a mi apartamento en la Liteiny, telefoneado a los impresores.

Había escrito dos cartas.

Luego, de nuevo, había salido de la casa.

Había ido caminando por la acera izquierda de la Nevsky hasta la Gostinoy Dvor, con la intención de dirigirme a la Offitzerskaya.

Luego, había cambiado de opinión al ver que se hacía tarde.

Había cogido un izvostchik y estaba conduciendo hacia la Kavalergardskaya, donde mis impresores.

Y en el camino, mientras que estaba atravesando la Tavricheskaya, empecé a sentir una extraña desazón, como si estuviera olvidándome de algo.

Y de repente me acorde de que estaba olvidando recordarme a mí mismo.

Ouspensky



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