EL RECUERDO DE SI Y LA
MEMORIA
En el lenguaje
ordinario la palabra consciencia se utiliza muy a menudo como equivalente de la
palabra inteligencia (en el sentido de actividad mental) o como alternativa de
esta.
En realidad, la
consciencia es una forma particular de “darse cuenta”, en el hombre, darse
cuenta de sí mismo, darse cuenta de quién es él, de lo que siente o piensa o de
dónde se encuentra por el momento.
Por lo que respecta a
nuestra memoria ordinaria, o momentos de memoria, realmente recordamos sólo
momentos de consciencia, aunque no veamos que esto es así.
Más tarde explicaré
lo que significa la memoria en sentido técnico.
Ahora simplemente
quiero que dirijan la atención a sus propias observaciones de su memoria.
Notaran que recuerdan
las cosas de un modo diferente: algunas cosas las recordarán bastante
vívidamente, algunas muy vagamente y otras no las recordarán en absoluto.
Solamente saben que
sucedieron.
Esto significa, por
ejemplo, que si saben que hace algún tiempo fueron a un lugar concreto para
hablar con alguien, pueden recordar dos o tres cosas conectadas con su
conversación con esta persona; pero puede que no recuerden en absoluto cómo
llegaron allí o cómo regresaron.
Pero si les preguntan
si se acuerdan de cómo llegaron allí y cómo regresaron dirán que lo recuerdan
con claridad, cuando, en realidad, simplemente conocen el hecho y saben dónde
fueron; pero no lo recuerdan, con la posible excepción de dos o tres chispazos.
Se quedarían
asombrados si descubrieran lo poco que en realidad recuerdan.
Y esto sucede así
porque solamente se memorizan los momentos en los que eran conscientes.
Comprenderán mejor lo
que quiero decir si retroceden mentalmente todo lo que puedan a su temprana
infancia, o en todo caso a algo que pasó hace mucho tiempo.
Entonces se darán
cuenta de lo poco que realmente recuerdan y cuanto de ello afecta a lo que
simplemente saben u oyen que ha sucedido.
Por lo que respecta
al tercer estado de consciencia, podemos decir que el hombre tiene momentos
ocasiónales de auto-consciencia, pero no manda sobre ellos.
Ellos van y vienen
solos, siendo controlados por las circunstancias externas y por asociaciones o
emociones ocasiónales.
Se plantea la
cuestión: ¿es posible adquirir dominio sobre estos fugaces momentos de
consciencia para evocarlos más a menudo y para mantenerlos durante más tiempo,
o incluso para hacerlos permanentes?
En realidad, la
adquisición de la auto consciencia significa trabajo largo y duro.
¿Cómo puede un hombre
estar de acuerdo con este trabajo si piensa que ya posee la misma cosa que se
le promete como el resultado de largo y duro trabajo?
Naturalmente, un
hombre no comenzará esta tarea y no la considerara necesaria hasta que se
convenza de que ni posee auto consciencia ni nada que se le parezca conectado
con ella; es decir, unidad o individualidad, “yo” permanente y voluntad.
Con el objeto de
entender los siguientes párrafos debe tenerse en cuenta que el punto de vista
general de que el hombre tiene sólo una mente (la mente intelectual) es
erróneo.
En realidad, el
sistema nervioso se divide de acuerdo con las funciones del cuerpo, y cada
división tiene su propia mente.
Debemos encontrar la
razón por la cual no podemos desarrollarnos más rápidamente sin un largo
periodo de trabajo escolar.
Sabemos que cuando
aprendemos algo acumulamos material nuevo en nuestra memoria.
Pero, ¿qué es la
memoria?
Y ¿qué es material
nuevo?
Para entender esto
debemos aprender a considerar cada centro como una máquina separada e
independiente, consistente en materia sensible que, debido a su función, es
similar a la materia de la que están hechos los registros de grabación.
Todo lo que nos
sucede, todo lo que vemos, todo lo que oímos, todo lo que sentimos, todo lo que
aprendemos, está registrado en estas grabaciones.
Esto significa que todos
los acontecimientos externos e internos dejan ciertas impresiones en los discos.
“Impresiones” es una
palabra bastante buena porque realmente son impresiones o imprimaciones lo que
queda.
Una impresión puede
ser profunda, o puede ser ligera, o puede ser simplemente una impresión efímera
que desaparece rápidamente sin dejar rastro detrás de sí.
Pero ya sea una
impresión profunda o ligera sigue siendo una impresión.
Y estas impresiones
grabadas son todo lo que tenemos, todas nuestras posesiones.
Todo lo que sabemos,
todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos experimentado, todo está allí en
nuestras grabaciones.
Exactamente del mismo
modo nuestros procesos mentales, cálculos y especulaciones consisten únicamente
en comparar nuestras grabaciones unas con otras, oírlas una y otra vez,
intentando comprenderlas a base de juntarlas, y así sucesivamente.
No podemos pensar en
nada nuevo, nada que no esté en nuestras grabaciones.
No podemos decir ni
hacer nada que no se corresponda con algo que no esté en las grabaciones.
No podemos inventar
un pensamiento nuevo, igual que no podemos inventar un nuevo animal, porque
todas nuestras ideas de animales son creadas a partir de nuestra observación de
los animales existentes.
Las impresiones de
nuestras grabaciones están conectadas mediante asociaciones.
Las asociaciones
conectan impresiones recibidas simultáneamente o semejantes entre sí de alguna
manera.
Desde el momento en
que la memoria depende de la consciencia, y ya que realmente sólo recordamos
los momentos en los que tuvimos chispazos de consciencia, queda bastante claro
que las impresiones simultaneas diferentes conectadas entre sí permanecerán
durante más tiempo en la memoria que las impresiones inconexas.
En el chispazo de
auto consciencia, o incluso cerca de este, todas las impresiones del momento se
conectan y permanecen así en la memoria.
Lo mismo se puede
decir de las impresiones conectadas por su similitud interna.
Si estamos más
conscientes en el momento de recibir una impresión, conectamos esta impresión
más claramente con impresiones anteriores similares, y así permanecen conectadas
en la memoria.
Por otra parte, si
recibimos impresiones en un estado de sueño, simplemente no nos damos cuenta de
ellas y su rastro desaparece antes de que puedan ser apreciadas o asociadas.
En una de sus
reuniones se le preguntó a Ouspensky si todas las impresiones de nuestras
grabaciones se forman en esta vida o si nacemos con algunas.
El contesto:
Las impresiones del
centro instintivo nacen con nosotros; están ya allí, y también hay unas pocas
cosas en el centro emocional.
El resto se produce
en esta vida; en los centros del movimiento e intelectual todo ha de ser
aprendido.
Para comprender más
claramente lo que voy a decir deben intentar recordar que nosotros no tenemos
control sobre nuestra consciencia.
Cuando digo que
podemos volvernos más conscientes, o que un hombre puede ser llamado a la
consciencia por un momento simplemente con preguntarle si es consciente o no,
he usado las palabras “consciente” y “consciencia” en sentido relativo.
Hay muchos grados de
consciencia, y cada nivel más alto significa más consciente en relación con un
nivel más bajo.
Pero aunque no
tengamos control sobre la consciencia misma, tenemos un cierto control sobre
nuestro pensamiento acerca de la consciencia, y podemos construir nuestro
pensamiento de forma tal que produzcamos consciencia.
Lo que quiero decir
es que si damos a nuestros pensamientos la dirección que podrían tener en un
momento de consciencia, podemos de esta forma inducir a la consciencia.
Ahora intente
expresar lo que percibe cuando pretende observarse a sí mismo.
Debe notar tres
cosas.
Primero, que no se
recuerda a sí mismo, es decir, no es consciente de sí mismo al tiempo que
intenta observarse.
Segundo, esa observación
se hace difícil por la incesante corriente de pensamientos, imágenes, ecos de
conversaciones, fragmentos de emociones que flotan por su mente y que muy a
menudo distraen su atención de la observación.
Y en tercer lugar,
que tan pronto como comienza la auto observación algo en usted comienza a
imaginar, y la auto observación (si es que realmente se había puesto a
intentarlo) se convierte en una lucha constante con la imaginación.
Y este es el punto
clave en el trabajo sobre uno mismo.
Si se da cuenta de
que todas las dificultades en el trabajo dependen del hecho de que no puede
recordarse a sí mismo, ya sabe lo que debe hacer.
Debe intentar
recordarse a sí mismo.
Con el objeto de
lograrlo, debe luchar con los pensamientos mecánicos y debe luchar contra la
imaginación.
Si se hace esto concienzudamente
y con persistencia se verán los resultados en un tiempo comparativamente corto.
Pero no debe pensarse
que es fácil o que se puede dominar esta práctica inmediatamente.
El recordarse a uno
mismo, como es denominado, es difícil de aprender a practicar.
No se debe estar a la
expectativa de los resultados, porque de otro modo uno se encontrará perdido
pensando en sus propios esfuerzos.
Debe estar basado en
la consciencia del hecho de que no nos recordamos a nosotros mismos y de que,
al mismo tiempo podemos recordarnos a nosotros mismos si ponemos el suficiente
empeño en la dirección correcta.
No podemos volvernos
conscientes a voluntad, en el momento en que lo deseemos, porque no tenemos
mandato sobre los estados de consciencia.
Pero podemos
recordarnos a nosotros mismos durante un corto tiempo a voluntad, porque
tenemos un cierto mandato sobre nuestros pensamientos.
Y si comenzamos a
recordarnos a nosotros mismos por la construcción especial de nuestros
pensamientos, es decir, por la consciencia de que no nos recordamos a nosotros
mismos, de que nadie se recuerda a sí mismo, y tomando consciencia de lo que
esto significa, esta realización nos llevara a la consciencia.
Debe comprender que
hemos encontrado el punto débil en el muro de nuestra mecanicidad, éste es el
conocimiento de que no nos recordamos a nosotros mismos y la realización de que
podemos intentar recordarnos a nosotros mismos.
Con el entendimiento
de la necesidad de un cambio real en nosotros mismos, la posibilidad de trabajar
comienza.
Más tarde aprenderán
que la práctica de recordase a uno mismo, conectada con la auto observación y
con la lucha contra la imaginación, no tiene sólo un significado psicológico,
sino que también cambia la parte más sutil de nuestro metabolismo y produce en
nuestro cuerpo efectos químicos, quizá mejor sería decir alquímicos, definidos.
Así que de la
psicología llegamos a la alquimia; a la idea de la transformación de elementos
toscos en otros más finos.
Dijo Ouspensky:
. .. todo lo que mis
intentos en auto recuerdo me han mostrado me convenció muy pronto de que me
estaba enfrentando con un problema enteramente desconocido con el cual no se
habían encontrado, hasta entonces, ni la ciencia ni la filosofía
Observé que el
problema consistía en dirigir la atención hacia uno mismo sin debilitar u
obliterar la atención dirigida hacia algo más.
Por otra parte, este
“algo más” podría estar tanto dentro como fuera de mí.
Los primerísimos
intentos... me mostraron que esto era posible.
Al mismo tiempo, vi
claramente dos cosas.
En primer lugar, que
el auto recuerdo resultante por este método no tenía nada en común con el
“sentimiento de uno mismo”, o “auto análisis”.
Se trataba de un
estado muy interesante, con un aroma extrañamente familiar.
En segundo lugar, me
di cuenta de que en la vida también tienen lugar momentos de auto recuerdo,
aunque más raramente.
Solo la deliberada
producción de estos momentos creaba la sensación de novedad.
En realidad me eran
familiares desde la más temprana infancia.
O bien llegaban en
entornos nuevos e inesperados, en un sitio nuevo, entre nueva gente en un
viaje, cuando de repente uno mira a su alrededor y dice: ¡qué extraño! yo y en
este lugar; o bien en momentos especialmente emocionales, en momentos de peligro,
en momentos en los que es necesario mantener la cabeza, cuando uno oye su
propia voz y se ve y se observa a sí mismo desde el exterior.
Vi claramente que mis
primeros recuerdos, que en mi caso eran muy tempranos, habían sido momentos de
auto recuerdo.
Esta última
realización me reveló muchas más cosas.
Por ejemplo, vi que
en realidad únicamente recuerdo aquellos momentos del pasado en los cuales me
recordaba a mí mismo.
De los otros
solamente sabía que habían tenido lugar.
No soy capaz de
revivirlos completamente, de experimentarlos de nuevo.
Pero los momentos en
los que me había recordado a mí mismo estaban vivos y no eran de ninguna manera
diferentes del presente.
Aun tenía miedo de
llegar a las conclusiones.
Pero ya veía que me
hallaba ante el umbral de un gran descubrimiento.
Siempre me había dejado
atónito la debilidad e insuficiencia de nuestra memoria.
Tantas cosas que
desaparecen.
Por una u otra razón
para mí consistía en el mayor absurdo de la vida.
¿Por qué tanta
experiencia sólo para olvidarla más tarde?
Además, había en este
hecho algo degradante.
Un hombre siente algo
que le parece muy importante, piensa que nunca lo olvidará; pasan uno o dos
años y nada de aquello permanece.
Ahora se hace claro
para mí por qué esto era así y por qué no podía ser de otra manera.
Si realmente nuestra
memoria solamente mantiene vivos momentos de auto recuerdo, está claro por qué
nuestra memoria es tan pobre...
A veces, el auto
recuerdo no tenía éxito; otras veces iba acompañado por curiosas observaciones.
Cierta vez iba
caminando por la Liteiny hacia la Nevsky, y a pesar de todos mis esfuerzos era
incapaz de mantener mi atención en el auto recuerdo.
El ruido, el
movimiento, cualquier cosa me distraía.
A cada minuto perdía
el hilo de la atención, lo recuperaba, para más tarde perderlo de nuevo.
Al fin sentí una
especie de ridícula irritación conmigo mismo y gire hacia la calle de la
izquierda con la firme decisión de mantener mi atención en el hecho de que
debería recordarme a mí mismo al menos durante algún tiempo, a cualquier precio
hasta alcanzar la calle siguiente.
Llegue a la Nadejdinskaya
sin perder el hilo de la atención, excepto, quizá, por unos pocos momentos.
Después volví de
nuevo a la Nevsky, comprobando que en las calles tranquilas me resultaba más
fácil no perder la línea de los pensamientos y deseando, por tanto, probarme a
mí mismo en calles más ruidosas.
Llegue a la Nesky y
recordándome aun a mí mismo, y ya estaba comenzando a experimentar el estado
extrañamente emocional de paz interior y de confianza que sobreviene después de
grandes esfuerzos de esta clase.
Justo en la esquina
de la calle Nevsky estaba la tienda de tabaco en la que me hacían mis
cigarrillos.
Aun recordándome a mí
mismo pensé que podría llegar hasta allí y encargar algunos cigarrillos.
Dos horas después me
desperté en la Tavrichescaya, esto es, muy lejos.
Estaba yendo en
izvostchik a donde los impresores de una tipografía.
La sensación de
despertar fue extraordinariamente vivida.
Podría casi decir que
volví.
Recordé todo de una
vez.
Cómo había caminado
por la Nadejdinskaya, cómo me había recordado a mí mismo, cómo había pensado en
los cigarrillos y cómo con este pensamiento me parecía que de repente todo caía
y desaparecía como en un profundo sueño.
Al mismo tiempo,
mientras que estaba inmerso en este sueño, había seguido realizando acciones
consistentes y oportunas.
Había salido del
estanco, ido a mi apartamento en la Liteiny, telefoneado a los impresores.
Había escrito dos cartas.
Luego, de nuevo,
había salido de la casa.
Había ido caminando
por la acera izquierda de la Nevsky hasta la Gostinoy Dvor, con la intención de
dirigirme a la Offitzerskaya.
Luego, había cambiado
de opinión al ver que se hacía tarde.
Había cogido un
izvostchik y estaba conduciendo hacia la Kavalergardskaya, donde mis impresores.
Y en el camino, mientras
que estaba atravesando la Tavricheskaya, empecé a sentir una extraña desazón,
como si estuviera olvidándome de algo.
Y de repente me
acorde de que estaba olvidando recordarme a mí mismo.
Ouspensky
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