domingo, 8 de febrero de 2015

EL RECUERDO DE SI Y LA MEMORIA

EL RECUERDO DE SI Y LA MEMORIA

En el lenguaje ordinario la palabra consciencia se utiliza muy a menudo como equivalente de la palabra inteligencia (en el sentido de actividad mental) o como alternativa de esta.

En realidad, la consciencia es una forma particular de “darse cuenta”, en el hombre, darse cuenta de sí mismo, darse cuenta de quién es él, de lo que siente o piensa o de dónde se encuentra por el momento.

Por lo que respecta a nuestra memoria ordinaria, o momentos de memoria, realmente recordamos sólo momentos de consciencia, aunque no veamos que esto es así.

Más tarde explicaré lo que significa la memoria en sentido técnico.

Ahora simplemente quiero que dirijan la atención a sus propias observaciones de su memoria.

Notaran que recuerdan las cosas de un modo diferente: algunas cosas las recordarán bastante vívidamente, algunas muy vagamente y otras no las recordarán en absoluto.

Solamente saben que sucedieron.

Esto significa, por ejemplo, que si saben que hace algún tiempo fueron a un lugar concreto para hablar con alguien, pueden recordar dos o tres cosas conectadas con su conversación con esta persona; pero puede que no recuerden en absoluto cómo llegaron allí o cómo regresaron.

Pero si les preguntan si se acuerdan de cómo llegaron allí y cómo regresaron dirán que lo recuerdan con claridad, cuando, en realidad, simplemente conocen el hecho y saben dónde fueron; pero no lo recuerdan, con la posible excepción de dos o tres chispazos.

Se quedarían asombrados si descubrieran lo poco que en realidad recuerdan.

Y esto sucede así porque solamente se memorizan los momentos en los que eran conscientes.

Comprenderán mejor lo que quiero decir si retroceden mentalmente todo lo que puedan a su temprana infancia, o en todo caso a algo que pasó hace mucho tiempo.

Entonces se darán cuenta de lo poco que realmente recuerdan y cuanto de ello afecta a lo que simplemente saben u oyen que ha sucedido.

Por lo que respecta al tercer estado de consciencia, podemos decir que el hombre tiene momentos ocasiónales de auto-consciencia, pero no manda sobre ellos.

Ellos van y vienen solos, siendo controlados por las circunstancias externas y por asociaciones o emociones ocasiónales.

Se plantea la cuestión: ¿es posible adquirir dominio sobre estos fugaces momentos de consciencia para evocarlos más a menudo y para mantenerlos durante más tiempo, o incluso para hacerlos permanentes?

En realidad, la adquisición de la auto consciencia significa trabajo largo y duro.

¿Cómo puede un hombre estar de acuerdo con este trabajo si piensa que ya posee la misma cosa que se le promete como el resultado de largo y duro trabajo?

Naturalmente, un hombre no comenzará esta tarea y no la considerara necesaria hasta que se convenza de que ni posee auto consciencia ni nada que se le parezca conectado con ella; es decir, unidad o individualidad, “yo” permanente y voluntad.

Con el objeto de entender los siguientes párrafos debe tenerse en cuenta que el punto de vista general de que el hombre tiene sólo una mente (la mente intelectual) es erróneo.

En realidad, el sistema nervioso se divide de acuerdo con las funciones del cuerpo, y cada división tiene su propia mente.

Debemos encontrar la razón por la cual no podemos desarrollarnos más rápidamente sin un largo periodo de trabajo escolar.

Sabemos que cuando aprendemos algo acumulamos material nuevo en nuestra memoria.

Pero, ¿qué es la memoria?

Y ¿qué es material nuevo?

Para entender esto debemos aprender a considerar cada centro como una máquina separada e independiente, consistente en materia sensible que, debido a su función, es similar a la materia de la que están hechos los registros de grabación.

Todo lo que nos sucede, todo lo que vemos, todo lo que oímos, todo lo que sentimos, todo lo que aprendemos, está registrado en estas grabaciones.

Esto significa que todos los acontecimientos externos e internos dejan ciertas impresiones en los discos.

“Impresiones” es una palabra bastante buena porque realmente son impresiones o imprimaciones lo que queda.

Una impresión puede ser profunda, o puede ser ligera, o puede ser simplemente una impresión efímera que desaparece rápidamente sin dejar rastro detrás de sí.

Pero ya sea una impresión profunda o ligera sigue siendo una impresión.

Y estas impresiones grabadas son todo lo que tenemos, todas nuestras posesiones.

Todo lo que sabemos, todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos experimentado, todo está allí en nuestras grabaciones.

Exactamente del mismo modo nuestros procesos mentales, cálculos y especulaciones consisten únicamente en comparar nuestras grabaciones unas con otras, oírlas una y otra vez, intentando comprenderlas a base de juntarlas, y así sucesivamente.

No podemos pensar en nada nuevo, nada que no esté en nuestras grabaciones.

No podemos decir ni hacer nada que no se corresponda con algo que no esté en las grabaciones.

No podemos inventar un pensamiento nuevo, igual que no podemos inventar un nuevo animal, porque todas nuestras ideas de animales son creadas a partir de nuestra observación de los animales existentes.

Las impresiones de nuestras grabaciones están conectadas mediante asociaciones.

Las asociaciones conectan impresiones recibidas simultáneamente o semejantes entre sí de alguna manera.

Desde el momento en que la memoria depende de la consciencia, y ya que realmente sólo recordamos los momentos en los que tuvimos chispazos de consciencia, queda bastante claro que las impresiones simultaneas diferentes conectadas entre sí permanecerán durante más tiempo en la memoria que las impresiones inconexas.

En el chispazo de auto consciencia, o incluso cerca de este, todas las impresiones del momento se conectan y permanecen así en la memoria.

Lo mismo se puede decir de las impresiones conectadas por su similitud interna.

Si estamos más conscientes en el momento de recibir una impresión, conectamos esta impresión más claramente con impresiones anteriores similares, y así permanecen conectadas en la memoria.

Por otra parte, si recibimos impresiones en un estado de sueño, simplemente no nos damos cuenta de ellas y su rastro desaparece antes de que puedan ser apreciadas o asociadas.

En una de sus reuniones se le preguntó a Ouspensky si todas las impresiones de nuestras grabaciones se forman en esta vida o si nacemos con algunas.

El contesto:

Las impresiones del centro instintivo nacen con nosotros; están ya allí, y también hay unas pocas cosas en el centro emocional.

El resto se produce en esta vida; en los centros del movimiento e intelectual todo ha de ser aprendido.

Para comprender más claramente lo que voy a decir deben intentar recordar que nosotros no tenemos control sobre nuestra consciencia.

Cuando digo que podemos volvernos más conscientes, o que un hombre puede ser llamado a la consciencia por un momento simplemente con preguntarle si es consciente o no, he usado las palabras “consciente” y “consciencia” en sentido relativo.

Hay muchos grados de consciencia, y cada nivel más alto significa más consciente en relación con un nivel más bajo.

Pero aunque no tengamos control sobre la consciencia misma, tenemos un cierto control sobre nuestro pensamiento acerca de la consciencia, y podemos construir nuestro pensamiento de forma tal que produzcamos consciencia.

Lo que quiero decir es que si damos a nuestros pensamientos la dirección que podrían tener en un momento de consciencia, podemos de esta forma inducir a la consciencia.

Ahora intente expresar lo que percibe cuando pretende observarse a sí mismo.

Debe notar tres cosas.

Primero, que no se recuerda a sí mismo, es decir, no es consciente de sí mismo al tiempo que intenta observarse.

Segundo, esa observación se hace difícil por la incesante corriente de pensamientos, imágenes, ecos de conversaciones, fragmentos de emociones que flotan por su mente y que muy a menudo distraen su atención de la observación.

Y en tercer lugar, que tan pronto como comienza la auto observación algo en usted comienza a imaginar, y la auto observación (si es que realmente se había puesto a intentarlo) se convierte en una lucha constante con la imaginación.

Y este es el punto clave en el trabajo sobre uno mismo.

Si se da cuenta de que todas las dificultades en el trabajo dependen del hecho de que no puede recordarse a sí mismo, ya sabe lo que debe hacer.

Debe intentar recordarse a sí mismo.

Con el objeto de lograrlo, debe luchar con los pensamientos mecánicos y debe luchar contra la imaginación.

Si se hace esto concienzudamente y con persistencia se verán los resultados en un tiempo comparativamente corto.

Pero no debe pensarse que es fácil o que se puede dominar esta práctica inmediatamente.

El recordarse a uno mismo, como es denominado, es difícil de aprender a practicar.

No se debe estar a la expectativa de los resultados, porque de otro modo uno se encontrará perdido pensando en sus propios esfuerzos.

Debe estar basado en la consciencia del hecho de que no nos recordamos a nosotros mismos y de que, al mismo tiempo podemos recordarnos a nosotros mismos si ponemos el suficiente empeño en la dirección correcta.

No podemos volvernos conscientes a voluntad, en el momento en que lo deseemos, porque no tenemos mandato sobre los estados de consciencia.

Pero podemos recordarnos a nosotros mismos durante un corto tiempo a voluntad, porque tenemos un cierto mandato sobre nuestros pensamientos.

Y si comenzamos a recordarnos a nosotros mismos por la construcción especial de nuestros pensamientos, es decir, por la consciencia de que no nos recordamos a nosotros mismos, de que nadie se recuerda a sí mismo, y tomando consciencia de lo que esto significa, esta realización nos llevara a la consciencia.

Debe comprender que hemos encontrado el punto débil en el muro de nuestra mecanicidad, éste es el conocimiento de que no nos recordamos a nosotros mismos y la realización de que podemos intentar recordarnos a nosotros mismos.

Con el entendimiento de la necesidad de un cambio real en nosotros mismos, la posibilidad de trabajar comienza.

Más tarde aprenderán que la práctica de recordase a uno mismo, conectada con la auto observación y con la lucha contra la imaginación, no tiene sólo un significado psicológico, sino que también cambia la parte más sutil de nuestro metabolismo y produce en nuestro cuerpo efectos químicos, quizá mejor sería decir alquímicos, definidos.

Así que de la psicología llegamos a la alquimia; a la idea de la transformación de elementos toscos en otros más finos.

Dijo Ouspensky:

. .. todo lo que mis intentos en auto recuerdo me han mostrado me convenció muy pronto de que me estaba enfrentando con un problema enteramente desconocido con el cual no se habían encontrado, hasta entonces, ni la ciencia ni la filosofía

Observé que el problema consistía en dirigir la atención hacia uno mismo sin debilitar u obliterar la atención dirigida hacia algo más.

Por otra parte, este “algo más” podría estar tanto dentro como fuera de mí.

Los primerísimos intentos... me mostraron que esto era posible.

Al mismo tiempo, vi claramente dos cosas.

En primer lugar, que el auto recuerdo resultante por este método no tenía nada en común con el “sentimiento de uno mismo”, o “auto análisis”.

Se trataba de un estado muy interesante, con un aroma extrañamente familiar.

En segundo lugar, me di cuenta de que en la vida también tienen lugar momentos de auto recuerdo, aunque más raramente.

Solo la deliberada producción de estos momentos creaba la sensación de novedad.

En realidad me eran familiares desde la más temprana infancia.

O bien llegaban en entornos nuevos e inesperados, en un sitio nuevo, entre nueva gente en un viaje, cuando de repente uno mira a su alrededor y dice: ¡qué extraño! yo y en este lugar; o bien en momentos especialmente emocionales, en momentos de peligro, en momentos en los que es necesario mantener la cabeza, cuando uno oye su propia voz y se ve y se observa a sí mismo desde el exterior.

Vi claramente que mis primeros recuerdos, que en mi caso eran muy tempranos, habían sido momentos de auto recuerdo.

Esta última realización me reveló muchas más cosas.

Por ejemplo, vi que en realidad únicamente recuerdo aquellos momentos del pasado en los cuales me recordaba a mí mismo.

De los otros solamente sabía que habían tenido lugar.

No soy capaz de revivirlos completamente, de experimentarlos de nuevo.

Pero los momentos en los que me había recordado a mí mismo estaban vivos y no eran de ninguna manera diferentes del presente.

Aun tenía miedo de llegar a las conclusiones.

Pero ya veía que me hallaba ante el umbral de un gran descubrimiento.

Siempre me había dejado atónito la debilidad e insuficiencia de nuestra memoria.

Tantas cosas que desaparecen.

Por una u otra razón para mí consistía en el mayor absurdo de la vida.

¿Por qué tanta experiencia sólo para olvidarla más tarde?

Además, había en este hecho algo degradante.

Un hombre siente algo que le parece muy importante, piensa que nunca lo olvidará; pasan uno o dos años y nada de aquello permanece.

Ahora se hace claro para mí por qué esto era así y por qué no podía ser de otra manera.

Si realmente nuestra memoria solamente mantiene vivos momentos de auto recuerdo, está claro por qué nuestra memoria es tan pobre...

A veces, el auto recuerdo no tenía éxito; otras veces iba acompañado por curiosas observaciones.

Cierta vez iba caminando por la Liteiny hacia la Nevsky, y a pesar de todos mis esfuerzos era incapaz de mantener mi atención en el auto recuerdo.

El ruido, el movimiento, cualquier cosa me distraía.

A cada minuto perdía el hilo de la atención, lo recuperaba, para más tarde perderlo de nuevo.

Al fin sentí una especie de ridícula irritación conmigo mismo y gire hacia la calle de la izquierda con la firme decisión de mantener mi atención en el hecho de que debería recordarme a mí mismo al menos durante algún tiempo, a cualquier precio hasta alcanzar la calle siguiente.

Llegue a la Nadejdinskaya sin perder el hilo de la atención, excepto, quizá, por unos pocos momentos.

Después volví de nuevo a la Nevsky, comprobando que en las calles tranquilas me resultaba más fácil no perder la línea de los pensamientos y deseando, por tanto, probarme a mí mismo en calles más ruidosas.

Llegue a la Nesky y recordándome aun a mí mismo, y ya estaba comenzando a experimentar el estado extrañamente emocional de paz interior y de confianza que sobreviene después de grandes esfuerzos de esta clase.

Justo en la esquina de la calle Nevsky estaba la tienda de tabaco en la que me hacían mis cigarrillos.

Aun recordándome a mí mismo pensé que podría llegar hasta allí y encargar algunos cigarrillos.

Dos horas después me desperté en la Tavrichescaya, esto es, muy lejos.

Estaba yendo en izvostchik a donde los impresores de una tipografía.

La sensación de despertar fue extraordinariamente vivida.

Podría casi decir que volví.

Recordé todo de una vez.

Cómo había caminado por la Nadejdinskaya, cómo me había recordado a mí mismo, cómo había pensado en los cigarrillos y cómo con este pensamiento me parecía que de repente todo caía y desaparecía como en un profundo sueño.

Al mismo tiempo, mientras que estaba inmerso en este sueño, había seguido realizando acciones consistentes y oportunas.

Había salido del estanco, ido a mi apartamento en la Liteiny, telefoneado a los impresores.

Había escrito dos cartas.

Luego, de nuevo, había salido de la casa.

Había ido caminando por la acera izquierda de la Nevsky hasta la Gostinoy Dvor, con la intención de dirigirme a la Offitzerskaya.

Luego, había cambiado de opinión al ver que se hacía tarde.

Había cogido un izvostchik y estaba conduciendo hacia la Kavalergardskaya, donde mis impresores.

Y en el camino, mientras que estaba atravesando la Tavricheskaya, empecé a sentir una extraña desazón, como si estuviera olvidándome de algo.

Y de repente me acorde de que estaba olvidando recordarme a mí mismo.

Ouspensky



EL RECUERDO DE SI

EL RECUERDO DE SÍ

En una conversación reciente hablamos sobre el recuerdo de sí.

Se ha dicho a menudo que a menos de creer en algo superior es imposible recordarse a sí mismo.

Con el recuerdo de sí siempre se relaciona cierto sentimiento emocional.

No se puede a sangre fría recordarse a sí mismo.

Es necesario entrar en cierto estado, desde el cual sea posible observarse a sí mismo.

Por medio del recuerdo de sí nos ponemos bajo nuevas influencias que de otra manera no podrían alcanzarnos.

Si siente la extraordinariedad de su propia existencia, si siente el milagro de su cuerpo, de su conciencia, del mundo que lo rodea, si empieza a preguntarse quién es, entonces está en el estado necesario para el recuerdo de sí.

Por otra parte, si está completamente identificado consigo mismo y da todo por sentado, su actitud no es la adecuada para el acto de recuerdo de sí.

Muchas veces les dije en el pasado cosas tales como "Miren sus manos, ¿saben qué son o cómo se mueven?" o "Mire los árboles y pregúntese cómo es que puede verlos", y muchas otras cosas similares.

En nosotros está el misterio, el sentido de lo milagroso.

No es necesario ir al Tíbet para hallar lo milagroso.

Se lo puede hallar aquí, en este mismo momento.

¿Cómo oye las palabras que alguien le lee en alta voz?

¿Cómo tiene conciencia de lo que significan; y cómo está sentado aquí escuchándolas?

Pero no nos hacemos generalmente estas extrañas preguntas, y hasta las creemos absurdas, o nos imaginamos que fueron explicadas por la ciencia mientras que en realidad nada fue explicado por ella.

A no ser que mire la vida de otro modo no podrá recordarse a sí mismo.

Una forma del recuerdo de sí es recordar que uno está en El Trabajo y que es preciso tomar todo de una manera diferente con arreglo a los significados e instrucciones del Trabajo.

Esta es una forma muy poderosa de recuerdo de sí que se puede practicar muy a menudo.

La vida penetra por medio de sus sentidos en haces y paquetes (energías y materias) a cada instante, pero, ¿cómo reacciona usted a ella?

¿Acaso el Trabajo está entre usted y la vida externa o está usted inmerso, dormido, en la vida externa y sus aconteceres?
Si es así, no se recuerda a sí mismo.

Es entonces lo que El Trabajo llama un hombre mecánico arrastrado por la vida como una máquina es puesta en movimiento por una correa de transmisión.

Mantenerse erguido en la vida y tener un claro sentido de sí mismo experimentando la vida, y notando las propias reacciones ante ella, sentir que se está viviendo la vida y no que la vida nos está viviendo —todo ello pertenece a la idea del recuerdo de sí—.

Pero si usted cree que la naturaleza se creó a sí misma, que la materia creó a la materia, entonces no podrá recordarse a sí mismo.

Por otra parte si muchas veces piensa internamente acerca del rayo de la creación que desciende de lo alto o acerca de la octava lateral del Sol desde la cual fuimos creados, y si ya no piensa más que tales ideas carecen de importancia sino que son absolutamente necesarias para un ordenamiento correcto de nuestros pensamientos, entonces quizá tenga un instante de recuerdo de sí y una vislumbre de lo que significa.

Es tan sólo a través del sentimiento de algo superior como uno se puede separar de algo inferior y, al cabo de un tiempo, cuando se experimentó lo que esto significa, se hará lo imposible para guardar vivo el sentimiento de algo superior en uno mismo y se aborrecerán aquellos periodos en que se está totalmente identificado con las cosas externas.

Aquí tenemos una etapa definida en El Trabajo.

Entonces conocemos hasta en pequeñísimo grado lo que es estar despierto y por contraste conocemos lo que es estar dormido, y por mucho tiempo esta etapa permanece en nosotros de modo tal que conocemos cuando estamos más despiertos y cuando estamos más dormidos.

Entonces llega a ser una cuestión de percepción interior, y esta etapa dura inevitablemente mucho tiempo.

Esta etapa es por así decirlo, una prolongada prueba que depende enteramente de uno mismo, a condición de que le recuerden a uno constantemente El Trabajo y sus ideas.

Sin embargo, como dije, esta etapa depende finalmente de uno mismo.

Porque El Trabajo busca hacer un nuevo ordenamiento de nuestra mente y sólo puede hacerlo si se le permite entrar en la mente de una persona.

Pero ello no ocurrirá a no ser que se sienta afecto por esa cosa, el deseo de ella.

Y esto significa cabalmente que a no ser que uno tenga en sí mismo el deseo de trabajar, inquietudes espirituales que siempre sintieron que había otra cosa, inquietudes espirituales capaces de escuchar El Trabajo, no meramente por medio de los oídos, sino por medio de la mente y la comprensión, a no ser que existan tales inquietudes El Trabajo nunca podrá entrar, pero si llega a entrar es entonces una cuestión de elección.

Siempre se puede acompañar a los malos "Yoes" y hasta pasar toda la vida con ellos o se puede preferir llegar a conocer los malos "Yoes" por un lento y gradual discernimiento y no entregarse a su poder.

Es en este sentimiento de elección, de preferir las profundas inquietudes espirituales, donde empieza el recuerdo de sí.

Por una curiosa clase de acto mental, o si se prefiere, de acto de voluntad, es posible separarse de la inmensa ciénaga de "Yoes" negativos y, por así decirlo, mantenerse erguido.

Esta es la elevación de sí mismo sobre sí mismo, pero, como se dijo, es imposible a menos que se conozca con certeza que hay en uno mismo mejores y peores estados.

No es una cuestión de creencia teórica el creer que hay algo superior, sino de la actual percepción de ello en sí mismo, en ese extraño y complejo ser que es el sujeto de este Trabajo.

A menudo se observa una horda de pequeños "Yoes" desagradables y mezquinos que nos rodean y tratan de arrastrarnos a su nivel, a su manera de tomar todas las cosas.

Y el acto de transformación consiste, en percibirlo y no identificarse porque se puede recordar que hay maneras muy diferentes de tomar las cosas.

Maurice Nicoll


QUÉ ES EL RECUERDO DE SI

¿QUÉ ES EL RECUERDO DE SÍ?

¿Cómo se puede experimentar de un modo definido el sabor del recuerdo de sí?

El recuerdo de sí es, desde un aspecto la práctica de cierta relación de conciencia con el propio cuerpo y a través de él con el mundo tal como es dado por los sentidos.

Si lo tomamos así, luego hay tres cosas:

Conciencia
El cuerpo con sus sentidos externos y…
El mundo externo de cosas y gentes.

Si se puede lograr y mantener esta relación, se experimentará de un modo muy definido el sabor del recuerdo de sí.

Se le saborea mientras se pueda mantener la triple relación.

El recuerdo de sí, que tiene tantas variedades formales, significa moverse hacia adentro.

Significa llegar a ser consciente en un nivel más interno.

Por ejemplo, al llegar a ser más consciente del Señor Maurice Nicoll, empiezo a sentirme distinto del Señor Maurice Nicoll, y darme cuenta que toda mi vida he estado identificado con el Señor Maurice Nicoll y que Nicoll NO ES EN REALIDAD YO.

Todo recuerdo de sí tiene que ver con el hecho de que hemos bajado a la tierra y que aquí la vida no corresponde a aquello para lo cual hemos bajado; y en nosotros algo lo sabe, esto es, no lo ha olvidado, y esto quiere decir que lo recuerda.

Examinemos a un hombre que está en la vida y recuerda al mismo tiempo El Trabajo y lo aplica.

Dicho hombre lleva una doble vida,

Y es exactamente ahí donde está el punto de partida.

Tendrá que hacer cierta clase de esfuerzo.

…Verá la vida exterior como una cosa…

…Y sus efectos sobre él como otra.

Verá los dos simultáneamente.

Este es un esfuerzo correcto, y una de las primeras definiciones del primer choque consciente.

Es consciente exterior e interiormente.

Veamos un ejemplo:

A un hombre le sucede algo en la vida que lo deprime, si es un hombre que no trabaja sobre sí, su situación es la siguiente.

Está derrotado por este evento característico.

Se identifica con la depresión que dicho evento le provoca.

Si dicho hombre está en El Trabajo Psicológico, percibe su depresión y percibe lo que la causa,

Percibe a un tiempo la impresión y su depresión…

…y empero no está ni en una ni en la otra.

Así se formula el esfuerzo correcto.

Más para hacerlo debe mantenerse más o menos despierto y no identificarse con los efectos de las impresiones entrantes con los diversos eventos con los cuales se topa inevitable e ineludiblemente en todo momento.

Encarar la vida diferentemente no es intentar modificarla sino empezar a percibir los efectos ejercidos por la vida sobre uno mismo y no ser simplemente estos efectos.

Comprender lo que esto significa, es siempre una gran ayuda.

En la vida hay cierto número de aconteceres que siempre se repiten, no sólo para una persona sino para todas.

En este momento, digamos, millones de personas se sienten deprimidas por no haber recibido algo que esperaban.

Sí, -y usted es una de ellas, supongamos-.

Así se siente deprimido -y no es tan sólo sentirse deprimido, sino que usted es la depresión misma y la depresión es usted.

Ahora bien, aquí el esfuerzo correcto radica en percibir la causa y percibir el efecto que ejerce esta causa en uno mismo y estar consciente de ambas.

De este modo se logra un verdadero conocimiento de la máquina humana.

La mayoría de la gente ha experimentado momentos de recuerdo de sí una o dos veces en la vida.

Pero ahora debemos trabajar por ellos.

Y una cosa que es preciso notar, con el fin de ponerse en contacto con los centros superiores con el hombre o mujer superior, es que debemos separarnos de las emociones negativas, y muchas otras cosas que El Trabajo nos enseña en la práctica.

Pero al hacer este trabajo y no meramente escucharlo nos permite acercarnos a lo que es llamado “CREARSE UNO MISMO” que quiere decir empezar a ponerse en contacto con lo que ya está allí… pero con lo cual hemos perdido todo contacto debido a la hipnosis de la vida externa.

Si nada hubiera allí para devenir, luego ¿qué?

Así esotéricamente, somos llamados semillas.

Como es sabido, nuestro propósito es lograr el tercer estado de conciencia llamado el estado de recuerdo de sí, de conciencia de sí y de percepción de sí.

Únicamente ese estado puede nutrir la parte esencial de uno QUE SÓLO LA VERDAD HACE CRECER.

La detención de los pensamientos y el relajamiento, cuya práctica cotidiana es tan importante, es una forma de recuerdo de sí.

Es preciso recordar que cuando estamos identificados con nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones, con nuestros agravios, nuestros monólogos interiores, nuestra auto-justificación, hacerle la cuenta a otro, etc. Estamos imposibilitados de recordarnos a nosotros mismos.

Estamos en lo más reñido de las cosas, en medio del ruido del tránsito, en medio de la multitud.

Sólo en la quietud puede llegarnos la ayuda de las partes superiores de nuestros centros, de los mismos centros superiores, que están plenamente desarrollados y están siempre trabajando en nosotros,

…pero que sólo pueden ponerse en contacto con nosotros cuando estamos en el tercer estado de conciencia -esto es, en algún grado de recuerdo de sí.

Un acto de recuerdo de sí es el intento de hacernos regresar al interior de nosotros mismos y de este modo a nuestro verdadero centro de gravedad.

Otra forma de recuerdo de sí es llamada la “detención interior” en uno mismo.

Esto se hace en relación con la observación de sí.

Por ejemplo, observa que está empezando a hablar de un modo mecánico, o que alguien lo fastidia, etc. Entonces hace una “detención interior”.

Pero esto es preciso hacerlo de un modo completo, como si se cortase algo.

…No tiene importancia si después las cosas que trata de detener regresan…

En la práctica del “stop interior”, se permanece inmóvil en cuanto a la mente.

Los pensamientos pasan, nos hablan, nos preguntan qué estamos haciendo y otras cosas semejantes, pero no les prestamos atención.

Se ve en seguida que el “stop interior” está conectado con una forma de recuerdo de sí.

Ahora bien, es preciso señalar que el ejercicio del “stop interior” no es lo mismo que detener los pensamientos.

Tratar de detener los pensamientos; y si es sincero en lo que respecta a esta experiencia -y no se puede trabajar a menos de serlo-…

Admitirá que no es posible detenerlos.

Pero permanecer inmóvil in mente es otra cuestión.

Se puede permanecer internamente inmóvil in mente, del mismo modo que el cuerpo puede permanecer externamente inmóvil en el mundo.

Ahora bien, ¿qué produce la inmovilidad?

¿Qué virtud posee?

En la naturaleza se hace amplio uso de la inmovilidad con un propósito definido.

El movimiento es la primera cosa que se nota.

El ojo percibe el movimiento antes de ver el color o la forma.

La detención de todo movimiento es un recurso común en el mundo animal para escapar a la atención.

Su objeto no es el de fingir la muerte, sino el de llegar a ser invisible.

La a minoración del movimiento hace asimismo que la detención sea más difícil, tal como ocurre cuando un gato acecha a un pájaro.

Practicar el “stop interior” en la mente se asemeja a quedarse inmóvil en el espacio.

Uno no es observado.

Sí, -¿pero no observado por quién?-.

En la mente uno está rodeado por diferentes “yoes”.

Cada uno de ellos desea que uno crea que es él.

Cada uno desea que uno hable en su nombre.

De pronto no nos pueden encontrar.

Nos buscan por todas partes.

Les aseguro que se puede experimentar la búsqueda y el no encontrarnos.

…Entonces se recuerda que no se telefoneó al médico…

El efecto es similar a un súbito movimiento en la selva.

Todos los animales y aves y reptiles acuden al instante al lugar en que nos encontramos.

Las acostumbradas preocupaciones, vanidades y ansiedades se apoderan de nosotros una vez más.

Los animales y aves rugen y chillan y los “yoes” gritan…

…LO HEMOS ATRAPADO…

Y este es el fin de lo que se Es realmente en ese momento.

Somos desmembrados otra vez.

Una persona que nos observa desde el exterior tendrá conciencia de una súbita mirada de ansiedad, de un movimiento rápido, de pasos apresurados y de una voz urgente por teléfono.

Tal vez se dé cuenta que uno estará “fuera” por el resto del día.

Estará fuera de sí.

No exagero al decir que es lo mismo que arrojarse a los leones o ahogarse en el mar.

Quiero decir, que es un “suicidio” y todos nos “suicidamos” una y otra vez sin que nadie en la vida del mundo nos lo señale.

Tan sólo El Trabajo, que proviene de fuentes que están fuera de la vida del mundo, nos lo señala.

No sólo nos señala que nos estamos “suicidando” diaria y cotidianamente, sino que nos muestra con mucha paciencia como no hacerlo.

Maurice Nicoll



LA SUGESTION

LA SUGESTIÓN       

No requiere mucha auto-observación descubrir hasta qué punto se es extraordinariamente sugestionable a todo lo largo del día a lo que se oye o se lee o le dicen a uno.

Se escucha un discurso que nos parece muy enérgico y luego se escucha otro discurso que defiende el punto de vista opuesto y se lo encuentra enérgico.

Toda la publicidad, la propaganda, etc., están basadas en la sugestibilidad del Hombre.

Esta sugestibilidad es en nosotros una de nuestras mayores debilidades y nos conduce a la imitación.

Ahora bien, si un hombre pudiera recordarse a sí mismo no sería sugestionable de esta manera mecánica.

Notaría lo que está por llegarle a través de la sugestión en cada sentido y podría APARTARSE de “ello”.

Basta pensar como una sencilla palabra a la que se presta atención puede cambiar las relaciones que se mantienen con un amigo.

Esto sucede por supuesto si una persona carece de una relación consciente con su amigo.

Pero cuando se empieza a alejarse de la acción mecánica ejercida por las impresiones sobre uno mismo, se ve cómo la sugestibilidad hace estragos en la vida de las otras personas.

Un hombre que está en estado de recuerdo de sí, hasta en un estado parcial, es capaz de resistir las influencias de vida con toda su sugestibilidad.

No cede fácilmente a la excitación del momento pasajero.

En otras palabras, comienza a tener en él algo que es distinto de la vida.

Empieza a llevar una vida más consciente.

Es sabido que se dice que el hombre mecánico está al borde de un precipicio, hablando esotéricamente, y que para él la esperanza es muy escasa a menos que mire hacia arriba.

UNA CUERDA………

“Si levanta la vista verá que una cuerda cuelga por encima de su cabeza”.

“Para aferrarse de esa cuerda debe saltar”.

La palabra paga o pagar el precio se refiere a ese salto para aferrarse de la cuerda.

Algunas personas creen que es una cosa súbita que sólo sucede una vez, o nunca tiene lugar.

Este es un parecer muy equivocado.

Sucede en todo momento, todos los días, cuando, anonadada por sus reacciones mecánicas a la vida, una persona tiene que saltar para elevarse por encima de su máquina.

Es decir, es preciso que se recuerde a sí mismo, que sea capaz, de distinguirse de la vida.

Ha de ser capaz de distinguirse del tumulto que se produce en usted por el reaccionar mecánico a las situaciones externas.

Debe ir contra la vida y la acción que produce sobre usted y no imitar debido a la sugestibilidad.

Si nunca ha observado qué acción la vida ejerce sobre usted, no lo podrá hacer de hecho, ni siquiera se le ocurre lo que esto significa y El Trabajo será siempre para usted una lengua extranjera, aún cuando haya asistido a reuniones durante años.

Ahora bien, ese saltar, ese elevarse por encima de sí, ese aferrarse de la cuerda, es el recuerdo de sí.

El hombre natural, el hombre mecánico, el hombre literal, el hombre dominado por la masa, el hombre que descansa sobre sus sentidos, nunca podrá realizar ese movimiento interior en sí mismo.

Pero el hombre que posee un centro magnético —esto es, el hombre que cree en algo además de la vida tal como la experimentamos a través de los sentidos— dicho hombre al entrar en El Trabajo y con la ayuda de los diagramas cósmicos y, de hecho, de toda la enseñanza del Trabajo —tiene la capacidad de alcanzar momentáneamente el nivel más elevado de conciencia llamado el estado de Recuerdo de Sí, Conciencia de Sí o Percepción de Sí— y más tarde llegar en realidad a morar en un nivel por encima de su sí ordinario.

El hombre que ha confirmado la verdad del Trabajo en sí mismo durante años, por haberlo aplicado muchos años a su persona, por haber comprendido por mucho tiempo el sentido de su lado interno, no será fácilmente conmovido por la sugestibilidad.

Una de las razones es que ha dejado de imitar a los otros.

Será, desde luego, puesto a prueba desde este punto de vista, y mientras su vínculo con El Trabajo sea superficial y una mera cuestión de memoria externa, se conmoverá fácilmente y perderá contacto con ello, pero no se dará cuenta que se lo hace a sabiendas.

Estará entre aquellos mencionados en la antigua parábola que andan perdidos preguntándose dónde está el Reino de los Cielos y mirad, está aquí: pero si un hombre ha nacido con la comprensión del Trabajo y ha visto tanto su bondad como su verdad, no puede ser conmovido.

No sólo esto, sino que será alimentado interiormente desde los Centros Superiores, desde El Trabajo, y empezará a crecer en sí mismo, en su comprensión del Trabajo.

Habiendo oído que ha surgido un nuevo profeta que está enseñando en el Polo Norte, no tomaría al punto un aeroplano para ir al Polo Norte porque, si lo hiciera, le dirían que el maestro fue al Polo Sur.

¿Por qué buscar El Trabajo fuera de ustedes mismos, en lugar de buscarlo en el propio desarrollo de la comprensión?

¿Por qué no se observan a sí mismos desde la enseñanza del Trabajo y ven y saborean su fuerza, su bondad, su verdad?

Notas para el lector (o para leerlas lentamente)

1) A no ser que el hombre crea que hay algo superior a él mismo nunca podrá recordarse correctamente. Por ejemplo, El Trabajo enseña que en nosotros tenemos algo mucho más elevado de lo que somos al presente, en nuestro nivel —es decir, algo real.

2) El Rayo de Creación nos enseña que hay niveles de ser mucho más elevados que el que existe en la Tierra. Estamos bajo 48 órdenes de leyes, el Sol está bajo 12 órdenes de leyes, y así sucesivamente. Nuestro ser comparado con el Ser del Sol es muy pequeño.

3) El Trabajo enseña que en nosotros tenemos centros mucho más elevados que no empleamos y que se llaman Centros Superiores. Están siempre despiertos, pero nosotros estamos dormidos para ellos.

4) El Trabajo enseña que el Hombre mecánico es capaz de llegar a ser Hombre Consciente, es decir, de un ser mucho más elevado de lo que es en su ser al presente. Pero si se enorgullece de su ser presente, no puede desarrollarse.

5) Cuando un hombre intenta obedecer al Trabajo prescindiendo de su amor y de sus emociones de sí, eleva su nivel de ser, y si puede prestar atención al Trabajo en su corazón y mente, se le mostrará cómo debe trabajar sobre si y cambiar su ser.

6) Pero si un hombre cree que la Naturaleza o el Universo se crearon por sí mismos y carecen de sentido, después nunca podrá recordarse así mismo, porque cree que nada hay superior a sí mismo.

7) Recuerden que el hombre que tienen un buen Centro Magnético pueden distinguir la diferencia entre las influencias creadas en la vida y llamadas influencias A y aquellas sembradas en la vida por el Círculo Consciente de la Humanidad que son llamadas influencias B. Dicho hombre, tienen la posibilidad de desarrollarse.

Tales personas pueden ser escogidas por El Trabajo y pueden empezar a recordarse a sí mismas

Maurice Nicoll