lunes, 21 de diciembre de 2015

CUALQUIER COSA QUE HAGA TAN SOLO DESE CUENTA QUE LA ESTA HACIENDO

CUALQUIER COSA QUE HAGA TAN SÓLO DESE CUENTA QUE LA ESTA HACIENDO

P. Encuentro muy difícil trabajar del modo correcto, porque no veo qué clase de esfuerzo está bien en una ocasión y no en otra.

R. Tratar de recordarse es siempre correcto, si puede obligarse a intentarlo.

Cualquier cosa que haga, trate tan sólo de darse cuenta que la está haciendo, o que no está haciendo algo que tiene que hacer.

Si intenta esto persistentemente, le dará resultados.

El esfuerzo para recordarse es lo principal, porque sin esto, nada más tiene valor alguno; esto deberá ser la base de todo.

Sólo de este modo podrá usted pasar del estado mecánico a un estado más consciente.

Ouspensky



VIAJAR SOBRE LA EMOCIÓN

VIAJAR SOBRE LA EMOCIÓN

RECUERDO DE SI

P. Pienso que no basta con que se asegure que conoceremos al estado de recuerdo de sí por su gusto especial, y quiero saber cómo podemos reconocerlo intelectualmente, sin riesgo de interferencia por parte de la emoción o del pensamiento subjetivo.

R. La emoción no significa interferencia.

La función intelectual puede llevarle sólo hasta cierta etapa; más allá, usted tiene que viajar sobre la emoción.

Sobre la consciencia de si, que es un estado superior de consciencia, nadie puede decir que es una experiencia definidamente posible o fácil, pues significa cambio del ser; de modo que es difícil decirle a un hombre mecánico cómo se sentirá y mirará las cosas cuando se vuelva más consciente.

Él está dormido.

¿Cómo podrá uno decir qué sentirá o hará cuando despierte?

No podemos dar el primer paso hacia los estados superiores porque hay muchas cosas a las que no queremos renunciar.

Cada uno de nosotros sabe perfectamente bien a qué ha de renunciar, pero no quiere hacerlo.

Pero, en relación con el recuerdo de sí, esto es mucho más simple; si uno ensaya todos los medios posibles, advertirá una diferencia entre el propio estado y el estado de un hombre que no trata de recordarse.

Ouspensky




viernes, 23 de octubre de 2015

ES ESTUDIO DEL RECUERDO DE SI

EL ESTUDIO DEL RECUERDO DE SI
Por: Ouspensky

P. Cuando trato de recordarme, no puedo pensar ni hacer nada más.

R. Sí, eso muestra cuán difícil es.

Al principio, en los primeros intentos que usted efectúa para estar consciente de sí, ha de usar prácticamente todas sus capacidades mentales, de modo que no quede nada.

Pero eso no significa que eso será siempre de ese modo.

Eso no es real recuerdo de sí; usted sólo estudia cómo hacerlo.

Después hallará que la consciencia puede existir sin el pensamiento; que la consciencia es algo diferente del pensamiento.

Usted utiliza el pensamiento tan sólo para dar un empujón, y luego empieza a moverse en esta dirección y se torna consciente sin pensamiento.

Luego, usted puede pensar sobre algo que le guste.

Pero al principio, con seguridad ha de usar esta energía mental, porque es la única energía controlable que tiene, excepto los movimientos.

Usted ha de usar la energía pensante.

Eso no significa que usted tenga que hacer siempre esto: usted por ahora, abre la puerta.


Ouspensky

lunes, 19 de octubre de 2015

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE
Por: Jeanne de salzmann

La observación de sí es la función del amo.

Por el momento, no tenemos más que una atención, dirigida ya sea sobre el cuerpo, ya sea sobre la cabeza o el sentimiento.

Con la voluntad del hombre número 1, 2 y 3, y con toda la concentración posible, sólo podemos controlar un centro.

Sin embargo, podemos hacer un esfuerzo y la observación fortalece la atención y aprende a concentrarse mejor.

Uno puede entonces recordarse de sí mismo y, si uno trabaja esto concienzudamente, puede ver lo que hace falta.

Hay dos clases de acción: la automática y la voluntaria.

Querer es lo más importante y lo más poderoso en el mundo, porque permite tener UNA ACCIÓN que no es automática.

Podemos, por ejemplo, tomar algo que deseamos hacer, que no somos capaces de hacer, y volverlo nuestra meta, sin dejar que nada se interponga.

Es nuestra meta única.

Si uno “quiere”, uno puede.

Sin querer jamás se podrá.

Con un querer consciente, todo puede ser obtenido.

Necesito desarrollar UNA ATENCIÓN VOLUNTARIA, es decir, una atención consciente, una fuerza más grande que mi automatismo.

Necesito sentir su falta y tener una atención activamente puesta sobre mí, sobre mi estado, sobre LA RELACIÓN entre mi pensamiento y mi cuerpo.

Siento que ese querer no es mi voluntad habitual, VIENE de un sentimiento nuevo, desconocido.

Una fuerza consciente no puede ser automática.

Solo una atención voluntaria, ese movimiento consciente, que es la apertura a una fuerza superior, tiene el poder de superar el automatismo; ese movimiento consciente, por tanto voluntario, tiene el poder de superar el automatismo.

Pero para eso la atención debe estar siempre ocupada voluntariamente.

Ella puede ser más o menos fuerte, puede disminuir, pero apenas cesa de ser voluntaria, es tomada.

Yo vuelvo a ser fragmentado, y el automatismo recomienza.

La apertura a una fuerza superior debe llegar a ser constante.

Aprendo a tener una sensación continua de mí... al caminar, al trabajar.

Mi atención está completamente ocupada.

Todo el tiempo siento y vuelvo a sentir mi Presencia y al mismo tiempo aparto las asociaciones; mi atención no les permite invadirme.

Tengo la sensación y el sentimiento de mi Presencia, la atención está sobre la sensación.

La cabeza vigila, la atención está ocupada totalmente en mi experiencia.

No me represento nada con palabras o imagenes.

La visión es lo más importante.

Ella sostiene la relación y permite que se forme la energía.

El cuerpo rechaza su manifestación automática porque siente la calidad de esa fuerza.

Se somete a ella para recibir su acción y permitir que se intensifique.

Hay una lucha: una fuerza debe tomar la autoridad y la otra debe aceptarlo.

Todo lo que está disperso se concentra.

La atmosfera se recoge por si misma.

Hay entonces una sensación definida y en cierto momento me siento animado por una energía nueva, un sentimiento de ser.


jeanne de salzmann

domingo, 18 de octubre de 2015

LA MUERTE DE MI YO ORDINARIO

LA MUERTE DE MI YO ORDINARIO
Por: Jeanne de salzmann

El recuerdo de sí es el momento en el que ya no soy un objeto para mí mismo, cuando la conciencia ya no deja espacio para una división.

Es el momento en que, al sentir la conciencia, siento que soy la conciencia.

Siento «Yo».

¿Qué sería el recuerdo de si?

El recuerdo sería el choque emocional generado por el momento de contacto entre todas las energías que actúan en mí.

Esto produce una vibración creadora.

Apenas es emitida, ella va a estar sometida a la ley de siete, de manera que el recuerdo no puede permanecer estático.

En mi estado habitual todo es vago y nebuloso.

Pensamientos, oleadas de emociones y de tensiones lo atraviesan.

Pero esos pensamientos no vienen todos juntos.

Se levantan uno tras otro.

Es lo mismo para las emociones.

Cuando un pensamiento pasa, otro se levanta.

Pero entre los dos, hay un intervalo, un vacío, un paro que es extremadamente importante.

Es el momento en que me doy cuenta de que hay una realidad detrás de los pensamientos escondida por el movimiento de ellos.

Puedo tomar conciencia de lo que está detrás de mis movimientos.

Nada dura, lo que aparece debe desaparecer.

La desaparición es tan importante como la aparición.

Forma parte del mismo hecho.

Pero si puedo vivir las dos, aceptar las dos, estoy más allá de la aparición y la desaparición.

Las contengo.

En ese momento mis centros entran en relación entre si; la relación se hace por si sola.

La apertura a nuestro ser esencial, a los centros superiores, pide un estado de unidad.

Pero, en nuestro estado habitual, nuestro centro de gravedad, siempre volcado hacia el ego, es desplazado hacia la parte de arriba del cuerpo, lo cual nos separa de nuestra verdadera forma.

El sufrimiento que resulta de la separación de nuestra naturaleza esencial abre la posibilidad de una unión.

Cuando el sufrimiento es fuerte, obliga a una apertura.

Hace falta una decisión, una determinación, para seguir el camino, a través de la cual nuestro ser esencial nos llama.

Para poder servir a la expresión de esa fuerza que necesita trascendernos, se nos exige un contacto perpetuo con nuestro ser esencial.

Debemos morir a un nivel, morir en tanto que ego, para resucitar en otro nivel.

Quiero abrirme.        

Siento la necesidad de arriesgar mi posición bien establecida.

Siento la necesidad de silencio, de un silencio real, de un vacío.

Y, al mismo tiempo, querría tomar, tener, para seguir subsistiendo de mi manera habitual.

No me someto, no reconozco, no sirvo.

Quiero servirme.

Y necesito aceptar ese hecho, vivirlo, sufrirlo, más que buscar algún recurso.

Ese recurso hoy en día sería una huida, una artimaña, una manera de apartar lo inevitable.

Siento ese estar cerrado, mi indiferencia.

Siento esa realidad que me llama pero en la que no confío, en la que no tengo fe.

Quiero que ella se me entregue.

Tengo miedo, miedo de desaparecer.

Para ir más allá de esa fragmentación, de esa separación de mí ser esencial, la energía en su totalidad necesita fusionarse.

Necesita estar completamente liberada.

¿Veo la necesidad de esto? ¿Lo acepto? ¿Lo quiero?

Para ello, una tranquilidad absoluta necesita hacerse en mí, en todas mis partes.

No para lograr, ni para recibir y apropiarme de algo maravilloso. Al contrario, veo mi nulidad, mi apego, mi temor de perder el significado que me atribuyo.

En vez de querer siempre tener la razón, veo mis contradicciones.

Veo que estoy bajo la hipnosis de la imaginación.

Veo todo tomado en conjunto: el ego y el verdadero yo.

Al ver, me libero.

Por un momento ya no soy el mismo.

Mi atención liberada, mi conciencia, conoce entonces lo que soy esencialmente.

Es la muerte del yo ordinario.

¿Qué quiere decir el recuerdo de si?

El recuerdo de si quiere decir morir a si mismo, a mi mentira, a mi imaginación.

Es adquirir el gusto de la comprensión por lo que falta, la conciencia de la falta de comprensión.

En el recuerdo hay un soltarse del ego que permite entrar en una conciencia nueva.

Veo el yo ordinario como una proyección del yo, un fantasma.

La manifestación no es algo separado, sino una proyección de algo esencial.

Al volver a la fuente, tomo conciencia de lo que se eleva para no volver a caer, de lo que no nace, de lo que no muere, de lo que es el eterno Sí Mismo.

jeanne de salzmann







EL CAMINO DE BAJADA

EL CAMINO DE BAJADA
Por: Jeanne de salzmann

Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el camino de bajada.

Despues de haberme recogido para encontrar en mí algo real, aprendo a regresar hacia la manifestación, para abrirme a la realidad en medio de las actividades de la vida.

Cuando, por casualidad, me despierto a mi situación en la vida, veo que no estoy preparado.

Mi compromiso no es una escogencia consciente y mi atención queda dispersa.

Para estar presente, necesito una cierta calidad, una cierta voluntad, un deseo que no viene de las cualidades de mi persona ordinaria.

Mi esfuerzo está hecho de algo que no pertenece a mis medios ordinarios, a mi yo ordinario, que debe ceder su lugar.

Para eso debo tomar una decisión.

Decido recordarme de mí mismo y quedarme en relación con LAS DOS DIRECCIONES en un momento dado, en una circunstancia precisa.

De ordinario mis momentos de trabajo estan aislados y sin relación entre si.

Cuando me recuerdo, sólo, en calma, me separo de lo que yo era en la vida, rechazo lo que soy en la vida y no puedo conocerlo.

Despues, cuando trato en la vida, no tengo nada preparado de antemano, nada sobre lo cual apoyarme.

Por consiguiente, mi esfuerzo es débil, laxo.

Necesito entonces relacionar entre si los momentos en que trabajo sentado, en calma, en profundidad, fuera de la vida, con los momentos de trabajo en la vida: relacionarlos conscientemente a través de una decisión.

Algo de mi trabajo sentado debe pasar a mi trabajo en la vida, y la impresión de lo que soy en la vida, con la resistencia, debe pasar a mi trabajo sentado.

Entonces mi decisión de estar presente puede ser voluntaria, con una impresión fuerte que proyecto sobre mi momento futuro de trabajo.

La relación aceptada de antemano puede hacerse en el momento requerido, con tal de que el esfuerzo sea claro.

Pero tomar una decisión de trabajar es muy dificil, porque la decisión debe a la vez tocar los dos aspectos de mí mismo.

Mi incapacidad muestra el conocimiento limitado que tengo de poder hacer.

Toda nuestra Presencia debe estar allí en el momento de la decisión, mi yo ordinario debe estar informado.

Cuando ejecuto, estoy allí con todas las fuerzas concentradas en mí, en ese centro provisional de gravedad, de iniciativa, que sostiene mi vida; algo que reconocemos como ilusorio y decepcionante desde un punto de vista consciente, pero que está allí.

Por supuesto, el yo ordinario no lo quiere; a él no le interesa.

Pero debe sentir que hay algo más urgente y aceptar obedecer.

Resistir y aceptar al mismo tiempo.

Aceptar la lucha.

En el momento de ejecutar la decisión, cuando nos recordamos de nuestra decisión, debemos tener el sentimiento de obediencia, de sumisión a algo más grande.

Necesitamos una fuerza sobre la cual apoyarnos para cumplir con nuestra decisión.

Nuestra fuerza de vida con su centro ilusorio de iniciativa debe estar en el centro de nuestra ejecución.

Debo ser muy ladino para sorprender lo que yo soy en la vida.

Sin cambiar mi deseo de manifestarme en la vida.

Debo sorprenderme y dividir mi atención al mismo momento.

Es casi imposible.

Al tomar una decisión, debemos “medirnos” para poder hacer un esfuerzo justo.

Esto quiere decir medir nuestras fuerzas.

Para iniciar una lucha más consciente necesito conocer lo que puedo y no puedo hacer y necesito anticipar la resistencia.

Hay obstáculos que debo comprender, con la ilusión de mi yo ordinario y la duda de mi capacidad.

La duda viene por la pasividad, que no quiere renunciar; es un animal muy ladino.

Me dice que ella no puede hacer nada.

Es verdad, ella no puede.

Pero otra cosa si puede.

Necesito escuchar esto.

No puedo hoy estar presente en cualquier actividad.

Debo escoger una actividad a mi medida para ejercitarme.

En la actividad más simple podemos ver que no tenemos la capacidad de estar presentes.

Cuando logro algo, siempre tengo la tendencia a sentirme satisfecho y parar.

Me olvido de la fuerza de mi inercia, porque cuando debo empezar de nuevo esto me pide un esfuerzo mucho mayor.

Debo aprender a encontrar siempre impulsos nuevos para trabajar, condiciones que no sean demasiado difíciles, pero que al mismo tiempo sean suficientemente exigentes.

Si son demasiado forzadas, van a crear una resistencia tal que no podre continuar.

Si no lo son lo suficiente, no podrán servir de impulso.

No se comprometan si no están seguros de poder cumplir con su promesa.

Si se comprometen a realizar una tarea, deben sentirla como una fuerte necesidad desde el principio del día.

Es más importante que todo lo demás.

Para poder luchar, la afirmación debe tener tanto poder como el de una fuerte identificación.

jeanne de salzmann





EL CAMINO DE SUBIDA

EL CAMINO DE SUBIDA
Por: jeanne de salzmann

¿Qué es lo que necesitamos para reencontrar una sensación interior, un sentimiento de realidad?

Tenemos que conocer ese camino, aceptando lo que somos y que tal como somos hoy no podemos abrirnos a la realidad en el movimiento de la vida.

Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el camino de bajada.

Ante todo, aprendo a retirarme, para encontrar en mí algo real que pueda conocer y después regresar hacia la manifestación.

Ante todo debo tener el deseo de ser diferente del que soy por lo común, el deseo de otra calidad.

Estoy completamente vuelto hacia esa percepción de una mejor calidad.

Comprendo que mi pensar habitual, mis emociones habituales y mis sensaciones habituales no me lo darán, y renuncio a mi actitud ordinaria y a mi ilusión de mí mismo.

No puedo hacer nada.

Pero puedo tomar conciencia de la manera en que ocurren las cosas en mí.

Se que hay una posibilidad, una actitud que permitirá la apertura a una energía más alta, pero no soy lo suficientemente consciente de esto.

Estar consciente de esto querría decir que todas mis partes tendrían ese conocimiento.

Para la apertura a una energía más alta, tengo que estar presente a ella, presente con todos mis centros.

Ese acuerdo debe venir de todas las partes de mí mismo.

Es como un mundo que se organiza, cada parte debe voluntariamente tomar su lugar.

El obstáculo principal para la conciencia es la mente que divaga.

Todo lo que me distrae de mi concentración es mi enemigo.

No tengo por que luchar contra ella, tengo que ignorarla, no alimentarla con mi energía, es decir, con mi atención.

Mi pensamiento se mueve demasiado, vibra con todos los choques, porque ingenuamente espero algo de ellos.

Los pensamientos siempre presentes comunican ciertas vibraciones que tienen la propiedad de invadir la conciencia del cerebro.

Pero ciertos pensamientos, si estan presentes, impiden a aquellos traspasar la puerta de la conciencia.

Eso muestra que la mente puede ser la causa de mi esclavitud o de mi liberación.

Podemos separarnos de ese amasijo de pensamientos para llegar a la vibración única de un pensamiento con el cual trato de armonizarme: “¿Quién soy yo?”

Tras el flujo de pensamientos aparece la percepción continua, silenciosa, de Yo.

Entonces no vibro con todos sus choques, sino que permanezco indiferente, no espero nada de ellos.

Me adhiero al choque producido por la pregunta “¿Quien?” hasta que todos los otros pensamientos se hayan sometido.

No es fácil, pero no me permito descorazonarme o tener miedo.

Esta pregunta tiene como meta llevarme a la conciencia.

Y no me aferro a la idea de lograrlo.

Cualquier idea que se le agregue, hasta la idea de la conciencia, es inutil y hasta nociva.

Si otro pensamiento llega, lo reconozco por lo que es y no lo sigo.

Mi mente se tranquiliza y adquiere más firmeza, con el poder de conocer sin la participación del pensamiento.

Cuando mi pensamiento está tranquilo, aparece una sensación de energía más sutil, de una Presencia viva en mí.

Siento que detrás de mis asociaciones hay una vibración que parte de mi cerebro y circula por mi cuerpo, una corriente de energía en los músculos.

La corriente necesaria para una sensación intensa de mí es muy alta, mientras que la que se requiere para cualquier manifestación es mucho menos poderosa.

Asi, para dejar lugar a esta corriente y cerrar su circuito, extiendo la red de mi atención.

La corriente se acumula en las mallas de su red.

Mi atención penetra por todas partes.

Mis músculos más profundos y más pequeños están relajados, pero solamente hasta cierto punto.

Conservan la tensión necesaria para mantener la corriente, ni más ni menos: más, me separaría de mi cuerpo; menos, dejaría escapar la corriente.

Los otros músculos de mi cuerpo están flexibles, libres, sin tensión, listos para ser animados por la corriente menos intensa.

La regulación del tono global influencia el ritmo que emite las ideas y puede, por consiguiente, traer consigo una especie de dominio de las asociaciones.

Hay una tranquilidad, un sentido interior de la realidad.

El recuerdo empieza a ser más completo cuando el sentimiento participa de él.

Y cuando mi atención está dividida, cuando me siento concernido con mis dos aspectos, el sentimiento no puede sino intervenir, no puede permanecer indiferente.

El sentimiento es tocado por la calidad de mi estado o por la falta de armonía.

La energía particular necesaria para el recuerdo solo puede producirse en el momento de un acento muy fuerte del sentimiento.

Antes de esto no hay sino una preparación.

jeanne de salzmann